La reactividad es otro de los problemas más frecuentes en perros, y produce la desesperación de sus propietarios.
Un perro reactivo no es más que un perro con miedo, cuyo miedo está siendo ignorado por las demás personas y perros, y que al ser ignorado por los demás es el propio perro el que no tiene más remedio que tratar de gestionar por sí solo las situaciones a las que tiene pánico, obligado a enfrentarse a su miedo sin ayuda y sin opción de alejarse, al estar sujeto por una correa. El problema está en que el perro no sabe gestionar ese tipo de situaciones, y lo único que es capaz de hacer es realizar conductas «ruidosas» y amenazantes para intentar que lo que le está dando miedo no se acerque, o que no le acerquen a él.
Previamente el perro ha estado mucho tiempo tratando de decirnos que tiene miedo, con señales silenciosas, las cuales han ido pasando desapercibidas para las personas que le acompañaban. Al no funcionar esa forma de comunicación, el perro se ha visto obligado a cambiar de señales, y ha pasado a realizar conductas más ruidosas, emitiendo ladridos escandalosos y señales de estrés y de amenaza, en un intento desesperado de conseguir librarse de lo que le produce tal temor.
Esto se denomina reactividad, y a menudo se confunde con agresividad. Un perro reactivo no va a morder, por muy escandalosa que sea su conducta reactiva, al menos en el presente, pero en el futuro la situación puede ser distinta.
Esta fase del perro, de gestión del miedo de forma reactiva, es muy importante que sea tratada, porque si no se hace empeorará y terminará pasando a una siguiente fase, en la que el perro realizará conductas agresivas, pudiendo hacer daño a otros perros o personas.

La mejor forma de prevenirla es atender a la comunicación del perro, mantener al animal con un bajo nivel de estrés, y sobre todo durante los paseos no obligarle a caminar hacia la fuente que le genera el miedo (perros, personas, etc.), manteniendo la distancia necesaria, para que nuestro perro entienda que su comunicación es escuchada.
Cuando la reactividad ya ha aparecido, lo más adecuado es consultar a un profesional en comportamiento canino, que establecerá una adecuada terapia de desensibilización. No tratar los casos de reactividad o tratarlos incorrectamente sin consultar a un profesional, podría derivar en un problema mayor, la agresividad.
El tratamiento de la reactividad es más sencillo de lo que parece, pero si desemboca en agresividad se requerirá de una larga terapia global, que deberá ser establecida y supervisada por un profesional en comportamiento canino experimentado.